martes, 14 de abril de 2015

TTIP: una lluvia de oro…y de azufre


El próximo día 18 de este mes de abril un número muy grande de organizaciones de la sociedad civil española (también en toda Europa y algo menos en USA) van a manifestarse en la calle en el Día de Acción Global contra el TTIP (Transatlantic Trade and Investment Partnership)

A mi me parece que el Día de Acción Global contra el TTIP, con ser una cosa pequeña, una movilización que no sacará a la calle a millones de personas, es un toque de atención sobre algo que, junto con la lucha contra el cambio climático, constituyen causas en las que deberíamos implicarnos la gente corriente hasta las cejas…nos va en ello la propia supervivencia. Es que hasta la batalla contra el hambre y las desigualdades también se está librando en este escenario. 

Susan George en Los Usurpadores (Icaria Editorial, marzo 2015) describe así la escena: “los asistentes picaban piruletas de foie gras bañadas en chocolate fundido mientras discutían sobre la potencial bonanza empresarial que derivaría de las negociaciones comerciales transatlánticas recién iniciadas entre Europa y Estados Unidos. La finalidad de tales negociaciones es armonizar los sistemas regulatorios de EEUU y Europa para que las empresas puedan atenerse a un solo estándar…”

Usted seguramente habrá oído campanas…pero poco más. Es natural, la mayor amenaza a la democracia jamás conocida es un secreto que guardan celosamente como dos delincuentes conjurados varios actores de la escena internacional entre los que destacan La Comisión Europea y la Cámara de Comercio de Estados Unidos. Ah ¿que quién ha votado a esta gente para que se pongan a organizarnos la vida? Nadie.

Lo que describe George es una reunión de despachos de abogados estadounidenses con filiares en Bruselas, dedicados a la labor de lobby en las instituciones de la Unión Europea y, en cuanto sea posible, a representar a las empresas transnacionales en el lucrativo negocio de demandar a los estados ante una suerte de entidades de arbitraje que, de facto, devienen en una especie de tribunales privados. Es lo que se conoce como disputas ISDS (Investor-state dispute settlement) algo que la Wikipedia explica muy bien: “…es un instrumento de derecho internacional público, que otorga a un inversor extranjero el derecho a iniciar un procedimiento de arbitraje de diferencias contra un gobierno extranjero (el ‘estado anfitrión’). Las disposiciones que prevén la ISDS se encuentran en un gran número de tratados bilaterales de inversión, en algunos acuerdos comerciales internacionales, como el capítulo 11 del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y en los acuerdos internacionales de inversión, tales como el Tratado sobre la Carta de la Energía. Si un inversor extranjero de un país A (Estado de origen) invierte en el país B (Estado Receptor), ambos han acordado el ISDS, y el estado anfitrión viola los derechos reconocidos a los inversores … entonces este inversor puede someter el asunto a un tribunal arbitral. … El ISDS, de hecho, a menudo se lleva a cabo bajo los auspicios de los tribunales arbitrales internacionales que se rigen por diferentes normas o instituciones, como el Tribunal de Londres de Arbitraje Internacional, la Cámara de Comercio Internacional, el Centro de arbitraje Internacional de Hong Kong o el Reglamento de Arbitraje de la CNUDMI”

¿Ficción literaria? Busquen en las hemerotecas, porque esto en realidad no es nuevo…los antecedentes son variados y han venido tomando la forma de acuerdos bilaterales; no de la dimensión que implica el TTIP, claro. Solo citaré aquí un ejemplo real: en 2012 un tribunal de arbitraje (http://justinvestment.org/2012/10/icsid-orders-ecuador-to-pay-1-7-billion-to-occidental-petroleum-interview-with-the-ecuador-decide-network/) fijó una indemnización de 1.770 millones de dólares a favor de Occidental Petroleum en la resolución de una demanda presentada contra Ecuador  en concepto de contraprestación pues el gobierno de Correa había impedido que la empresa perforase en una zona catalogada como reserva ecológica. Apunte: no tiene que ver este asunto con debates tales como el de la deuda legítima o ilegítima, o la concesión por parte de las Administraciones en la contratación pública de compensaciones para el caso de que los negocios no satisfagan las expectativas de las empresas (Radiales de Madrid, Castor…el mal ejemplo cunde enseguida) pero seguro que a ustedes se les antoja que estas criaturas del neoliberalismo están todas emparentadas. Ah ¿que de qué mandato ciudadano procede el International Centre for Settlement of Investment Disputes, tribunal de arbitraje que condenó a Ecuador? De ninguno. ¿Qué quien legitimó específicamente a las autoridades autonómicas de Madrid para realizar infraestructuras muy poco útiles que hipotecarán a varias generaciones? En puridad, nadie.

Bueno, lo de Ecuador pasa porque al fin  y al cabo es la historia de siempre, ley de vida, el volumen de negocio de Occidental Petroleum comparado con el PIB del pequeño país americano hace que la relación sea muy desigual, podría asegurar algún pragmático muy, pero que muy, voluntarioso ¿Sí? Lean esto: “E.On presenta una demanda contra el apagón nuclear decretado por Angela Merkel” http://sociedad.elpais.com/sociedad/2011/11/15/actualidad/1321311615_850215.html Sí, en este caso la demanda se presenta ante una institución legítima del estado alemán, el Tribunal Constitucional…pero fíjense en los argumentos de la empresa; seguro que los desahucios en España les parecen igual de inconstitucionales que el apagón nuclear alemán.

Pero volvamos un momento al fondo de la cuestión. Revisitemos la divertida reunión de las piruletas de foie. Decíamos que la finalidad del TTIP es “armonizar” los sistemas regulatorios. Qué bonito eufemismo. ¿Qué significa “armonizar” bella y conciliadora palabra, palabra buen rollito la podríamos denominar? Pues, de nuevo pongamos un ejemplo. En Europa, a la hora de fijar estándares de calidad, de protección medioambiental o de la salud, etc, rige lo que se conoce como el principio de precaución que viene a decir algo así: “si no estás seguro, no lo hagas” En USA, en cambio, si Monsanto pongamos por caso, desarrolla un nuevo cebollino transgénico, bastará con que presente un informe científico (ya me entienden)  sobre su bondad para que las autoridades regulatorias estadounidenses permitan la comercialización; si luego resulta ser el cebollino homicida, eso deberán demostrarlo con cientos de informes -y tal vez algunos muertos- los consumidores. Se comprende que a la industria alimentaria estadounidense el etiquetado, por ejemplo, tal como se aplica en Europa, les parezca una pérdida de tiempo y que, por ejemplo, la denominación de origen del vino español, francés, italiano…les parezca un proteccionismo intolerable…a ver por qué no van a poder llamar champagne a un vino gaseoso producido en la Baja California ¿eh?

Así es que, como en toda negociación alguien cede y normalmente es el que más impedimentos y normas pone sobre el tapete, ya sabemos qué puede ocurrir con las actitudes garantistas europeas, sobre todo si, en realidad, no es tanto una cuestión de soberanía –eso lo es para la galería- como de una lluvia de oro (para las multi o transnacionales) y de azufre (para la gente) y de que el enemigo está dentro (en la Comisión, por ejemplo) El enemigo de la gente, quiero decir, claro. Apliquen ahora todo esto a las relaciones laborales, los derechos sociales, los servicios públicos, los fármacos, los alimentos, la protección del medio ambiente, la propiedad intelectual y las patentes...a la vida misma, vaya (todo cabe en el TTIP, o en lo que inventen para llegar al mismo sitio dando un rodeo) y verán cómo se les ponen los pelos: como escarpias. 



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